Enfrentar los riesgos naturales
El mes de septiembre pasado fue marcado por dos acontecimientos importantes para la marcha del país. Las lecciones que se puedan extraer y la forma de aplicarlas permitirán resolver adecuadamente futuras situaciones semejantes, pero para ello el Gobierno debe tomar decisiones firmes y a largo plazo, con el soporte de la sociedad en su sentido más amplio.
Con respecto a las movilizaciones de maestros y la toma de varios espacios públicos en el Distrito Federal, poco podemos hacer en el Instituto de Ingeniería; ese no es nuestro campo de acción. En los desastres provocados por el paso de los huracanes Manuel e Ingrid, en las costas del Pacífico y del golfo de México, respectivamente, tenemos mucho que aportar.
El Instituto de Ingeniería no está preparado, ni es su mandato, para participar en las primeras horas de las emergencias resultado de desastres naturales. Una salvedad se presenta en el caso de sismos, cuando nuestros académicos deben desplazarse inmediatamente para instalar instrumentos cerca del epicentro del fenómeno con el fin de registrar réplicas. Sin embargo, el Instituto puede hacerse presente varios días después del desastre con el objeto de realizar inspecciones a estructuras diversas, laderas, cauces de ríos, daños en el terreno, entre otros aspectos relacionados con la infraestructura de la zona. Tal fue el caso en fechas recientes de los sismos de Chile y Japón, y de Mexicali, en donde además se generaron informes formales, publicados en la serie azul de nuestro instituto, para el caso de los dos primeros. Otra participación más estructurada y formalizada de convenios con la CONAGUA durante 5 años fue nuestra participación en el estudio y las propuestas para la reducción de los riesgos de inundaciones en Tabasco, principalmente en la zona de Villahermosa. Y hace 5 años también dimos muestra de nuestra capacidad para actuar en emergencias, en apoyo a la Comisión Federal de Electricidad, en la solución del caído de San Juan de Grijalva.
El Instituto de Ingeniería actúa en tales casos con base en su experiencia y sus conocimientos, de tal forma que puede aportar diagnósticos y propuestas para evitar en lo posible futuros daños a vidas y a obras de diverso tipo. Ya sus opiniones han sido consideradas en el tema de seguridad estructural, y después del sismo de 1985, con la colaboración de los expertos de nuestro instituto, se adoptó un reglamento de construcción más adecuado a nuestra realidad. En relación con los fenómenos hidrometeorológicos extremos aún hay mucho por hacer.
Existe en el Instituto de Ingeniería experiencia y capacidad para participar en diversos proyectos relacionados con la reducción de riesgos naturales (sísmicos, hidrometeorológicos, geotécnicos, ambientales, etc.). Estos conocimientos debemos aplicarlos en colaboración con los organismos responsables de la prevención de desastres naturales, tanto federales como estatales, para proponer medidas ingenieriles y de política pública que contribuyan a su mejor control. La oportunidad está presente para estrechar lazos con el CENAPRED y en conjunto aportar al país mejores instrumentos de planeación, prevención y atención que reduzcan los daños de los inevitables fenómenos naturales que provocan desastres y enormes perjuicios a la sociedad y a la economía. Otra oportunidad de colaboración es con los estados del país, a los cuales podemos asesorar en la integración o actualización de sus atlas de riesgos naturales.
Ya sea con la Secretaría de Gobernación (Red Acelerográfica), con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (Fondo Nacional de Desastres Naturales) o con la CONAGUA (seguridad de presas), por nombrar los convenios más recientes, el personal del Instituto de Ingeniería está en estrecho contacto con la realidad y los requerimientos del país en materia de prevención de riesgos. Más aún, el impacto a mediano y largo plazo del calentamiento global y el cambio climático incrementará la presencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos, para lo cual debemos generar estudios y propuestas de adaptación.
El Instituto de Ingeniería tiene la experiencia y los conocimientos para contribuir en forma importante a la atención de la prioridad que debe lograr el Gobierno en materia de prevención de riesgos naturales. Mucho se ha avanzado, pero también queda mucho por hacer en un tema en el que no se puede bajar la guardia. El reto interno es organizar y coordinar nuestras capacidades para un mayor impacto de nuestro trabajo sobre riesgos naturales, para lo cual es necesario también dar a conocer al sector gubernamental nuestras competencias en la materia.
Esperamos que la comunidad del Instituto de Ingeniería proponga acciones para avanzar en este objetivo. La conformación de un grupo transversal experto en riesgos naturales, asociado con académicos de varias coordinaciones, es tarea aún pendiente. Identifiquemos lo necesario para concretar esta urgente tarea; la sociedad mexicana lo requiere.
Adalberto Noyola Robles
Director