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Gaceta Mayo 2014
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Participación del IIUNAM en las jornadas universitarias de equidad de género
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Participación del IIUNAM en las jornadas universitarias de equidad de género 
 
 

Segunda mesa redonda: La Mujer en la Ingeniería

El doctor Adalberto Noyola Robles, director del Instituto de Ingeniería, dio la bienvenida y agradeció a las colegas por su participación en esta mesa, que es la segunda organizada por la Secretaría Académica del IIUNAM, en respuesta al esfuerzo que está haciendo la UNAM para abrir el tema de la equidad de género.

En esta ocasión, Cristina Verde, investigadora del área de Eléctrica y Computación, abordó el tema de la mujer en el campo de la ingeniería. “La problemática de género –dijo– no es del Instituto, no es del país, es mundial. Cuando era niña la palabra ‘feminista’ no existía, pero nos diferenciábamos de los hombres por la falda y los juguetes que podíamos usar. Hoy, a pesar de que existe la palabra ‘feminismo’, estamos lejos de tener equidad de género. Creo que el entorno donde vives tiene mucho que ver; por ejemplo, yo vengo de una familia en la que mi abuela fue enfermera, una de mis tías abuelas fue la primera doctora de la Facultad de Medicina de Yucatán y otra fue la fundadora de la Casa del Obrero Mundial en 1913; mujeres activas, participativas. Mi madre fue secretaria de Luis Cabrera y jefa de cambios en un banco. Llegaba a la una de la mañana cuando hacía balance y mi papá nos hacía la comida; en mi casa no se dio esa diferencia de roles. La casa de mis padres se compró con un préstamo que le dio el banco a mi mamá, no con el dinero de mi papá, porque él era más artista, era fotógrafo, pero estaba interesado en nuestra formación por eso nos trajo, cuando yo tenía 4 años, a Ciudad Universitaria, para que viéramos el lugar donde íbamos estudiar. Le falló porque me fui al Politécnico, pero años después ingresé al Instituto de Ingeniería como investigadora”.

“Con mi papá aprendí otras cosas; me llevó a la casa de Diego Rivera, a la de Siqueiros y a la del Dr. Atl, y ese ambiente no era el de una familia típica de aquella época. Por eso, cuando decidí estudiar ingeniería lo vieron muy normal. Actualmente, tengo compañeras que todo el tiempo hacen referencia a lo que dicen sus esposos, en lugar de decir: ‘yo digo’, y ahí me doy cuenta de la dependencia que tienen hacía sus parejas. Siempre ayuda tener una familia donde las responsabilidades son iguales para los hijos que para las hijas”.

“En el IIUNAM Adalberto, en su informe, mencionó que el 25 % somos mujeres, pero si analizamos los datos por categoría, el número de investigadoras es muy escaso; si lo hacemos por carrera, somos todavía menos. En la Academia de Ingeniería solo el 3.5 % somos mujeres. En el II somos pocas las mujeres y menos aun las que tenemos estudios de doctorado. En mi opinión, se debe estudiar un doctorado si deseas ser independiente, como doctora tienes liderazgo para elegir el tema a investigar”.

“La lucha de las mujeres por ser reconocidas se remonta a muchos años atrás; por ejemplo, el primer congreso de mujeres feministas se llevó a cabo en Yucatán en 1916”.

“Estadísticamente cuando se habla de los problemas de las mujeres en el trabajo inmediatamente aparecen los mismos: discriminación, trato injusto, machismo, dificultad para atender a los hijos y menor salario por trabajos iguales al de los hombres. También es cierto que nos tratan como tontas, nos quieren explicar cosas que ya sabemos, es decir, nos tratan como ignorantes y no como ingenieras que somos”.

“Claro que tenemos que aceptar que biológicamente tenemos diferencias por nuestra condición de mujer. También debemos adaptarnos; por ejemplo, si estás usando un torno, es lógico que no debes traer el pelo ni las uñas largas por seguridad. Si estás en un entorno donde la mayoría son hombres, pues es mejor adoptar sus mismas formas de expresión. A pesar de que mis opiniones podrían considerarse teóricas, porque nunca me casé, sí puedo afirmar que en un matrimonio se debe establecer igualdad de condiciones para que las cosas estén balanceadas”.

“Las mujeres que trabajamos en la academia somos privilegiadas porque podemos desarrollarnos como cada quien lo decida. Hoy día el número de hombres que tiene problemas con las mujeres ha disminuido. Nos toca tanto a hombres como a mujeres evitar la desigualdad. Es importante reconocer que hay mujeres brillantes”.

“Mi reflexión es que para poder ser escuchadas, respetadas y lograr la independencia, que finalmente es lo que todos buscamos, se debe establecer igualdad tanto en el entorno familiar como en el trabajo”.

“Yo elegí el ambiente académico porque consideré que era el más adecuado para mi desarrollo, y agradezco al Instituto de Ingeniería, al CINVESTAV y a la universidad del extranjero donde estudié que me permitieran ser esa mujer, esa niña, esa ingeniera, y espero que me dejen ser esa mujer jubilada que disfruta de la vida”.

Posteriormente, Sonia Briceño, como moderadora de la mesa, cedió la palabra a Martha Suárez, técnica académica de la Coordinación de Mecánica Aplicada, quien comentó: “En esta ocasión quiero referirme a mis experiencias como estudiante y en el campo laboral. Comenzaré por decir que en mi familia fuimos solo 4 hermanas y por eso no vi diferencia en las actividades. Tampoco tuve problemas para elegir la carrera de Ingeniería. Las diferencias las encontré en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales. Yo formé parte de la primera generación de lo que ahora son las FES. El ambiente ahí fue muy agresivo para las estudiantes. No comentaré al respecto, solo diré que se lo adjudico al aislamiento de la escuela, que solo albergaba las carreras de Ingeniería. En los alrededores solo había terrenos baldíos o de siembra”.

“Mi primer trabajo fue en ICA y después en DIRAC. En una de estas empresas solicitamos trabajo un compañero y yo al mismo tiempo. Nos contrataron a los dos para desempeñar labores similares, teníamos la misma carrera, cero experiencia laboral y proveníamos de la misma escuela. Lo único diferente era el sexo y que yo tenía mejor promedio. Un año después me enteré de que a él le pagaban más que a mí. Mencionaré además que la discriminación también la ejercen las mujeres con las de su género y no necesariamente va de las jefas a sus subordinadas. En esa empresa teníamos una secretaria asignada para que escribiera nuestros reportes. Esta secretaria en particular nunca quiso teclear los míos”.

“En la misma UNAM, cuando entré como docente a la Facultad de Ingeniería, me di cuenta de que hay actividades que los varones asumen que deben realizar sus compañeras; por ejemplo, si hay que recabar dinero para alguna cooperación, si hay que sacar copias, etc., ningún alumno se propone para colaborar, y son las alumnas las que se sienten presionadas para llevarlas a cabo. Una anécdota que les quiero contar es que estaba dando clase, y yo acostumbro dar una hoja con los ejercicios para que le saquen copia y la repartan entre los alumnos; en esa ocasión no habían llegado las 2 alumnas que tenía, y cuando pregunté quién podía sacar las copias, uno de mis alumnos dijo: ‘ahorita que lleguen las muchachas’”.

“Terminaré diciendo que en 2009 me aplicaron una encuesta que tenía la finalidad de conocer la situación laboral de las mujeres en la UNAM. La primera pregunta que me hicieron fue si había sentido discriminación en el II. Mi respuesta inmediata fue: ‘No, para nada’. Estoy convencida de que esa encuesta fue elaborada por psicólogos. Conforme fue avanzando el interrogatorio me fui percatando de que sí he sufrido discriminación. Me decepcionaron mis respuestas a la primera y a la última pregunta. Mi respuesta a la primera, porque fue negar lo que sabía que pasaba. En la última pregunta me cuestionaron por qué mi respuesta al inicio del cuestionario fue que no había sido discriminada, y contesté: ‘porque ya me acostumbré’”.

La siguiente participante fue Maritza Arganis, investigadora de la Coordinación de Hidráulica. Para ella la diferencia biológica existe, pero no así en la parte intelectual, ya que registros históricos demuestran que hay mujeres que han destacado por su inteligencia. “Son muchas las aportaciones importantes hechas por mujeres, especialmente en el campo de la medicina, la química y la computación”.

“En el área de Hidráulica en los últimos 10 años todavía se percibe un desbalance importante entre investigadores e investigadoras. Tal vez la poca participación de la mujer en puestos importantes se deba también a un aspecto biológico, es decir, cuando hay la oportunidad de optar por un puesto, la mujer ingeniera se encuentra en la etapa de formación de la familia y tiene que balancear el tiempo dedicado a su trabajo y a su vida personal. Habría que apoyar a las alumnas en el posgrado para que puedan participar en distintos cargos en las dependencias relacionadas con el agua y difundir a nivel bachillerato las carreras de ingeniería”.

Por último, presentó un collage de imágenes de las mujeres de ingeniería civil que trabajan tanto en la Facultad como en el Instituto de Ingeniería de la UNAM y en algunas otras dependencias relacionadas con el agua a nivel federal.

En seguida, Sonia Briceño mencionó que hay que pensar de qué manera podemos mover las estructuras para ganar espacios y lograr una mayor participación de las mujeres, e invitó a Claudia Sheinbaum para que hiciera un comentario sobre el tema. Claudia afirmó que es evidente que la vida en esta sociedad es más difícil para las mujeres que para los hombres. “Debemos solidarizarnos y promover pláticas enfocadas en la igualdad de género, dentro de un proyecto bien establecido en el que realmente se beneficie a la mujer” –concluyó.