Este número doble de nuestra gaceta comprende el mes de diciembre en curso y enero 2012. Es por lo tanto el último número que se edita en los cuatro años de mi gestión como Director del Instituto de Ingeniería de la UNAM. El próximo número se editará en febrero próximo, cuando se habrá iniciado una nueva administración a cargo de la académica o del académico que designe la H. Junta de Gobierno el martes 7 de ese mes.

Al término de cuatro años intensos y enriquecedores en lo profesional y en lo personal, no pretendo elaborar un recuento de lo alcanzado y de las metas que no fueron logradas; no es este el espacio adecuado. Para ello se está elaborando el informe de actividades 2008-2011, el cual será presentado, como es tradición, en una sesión con la presencia del Sr. Rector, en fecha por definir en el mes de enero próximo.

Sin embargo, y con las limitaciones del espacio que debe respetar la editorial de la Gaceta del Instituto de Ingeniería, creo conveniente expresar algunos puntos.

El Instituto de Ingeniería es una gran institución, con fortaleza y tradición, que cuenta con un gran prestigio dentro y fuera de nuestra Universidad. Es también una entidad con prácticas muy enraizadas que deben en algunos casos revisarse para adaptarse a nuevas formas de trabajo. Sin embargo, la natural resistencia al cambio se presenta en forma clara en nuestra comunidad, impidiendo de esta manera realizar adecuaciones y mejoras en nuestras actividades académicas. Este aspecto representa un reto para modernizar nuestro Instituto y hacerlo más competitivo en el ámbito internacional.

La fortaleza financiera, lograda por los ingresos extraordinarios, la hemos alcanzado con el trabajo comprometido y de calidad que desarrollamos en forma cotidiana. Este hecho nos da una gran capacidad para decidir el rumbo que debe tomar nuestro Instituto en los próximos lustros, ya que contamos con los recursos para apoyarlo. Sin embargo, sin un plan de desarrollo de largo plazo, claro y con consenso, no lograremos metas de trascendencia que preparen al Instituto para atender los retos de investigación y la necesidad de soluciones ingenieriles innovadoras que requerirá el país en su avance hacia mayores grados de desarrollo. Tampoco estaremos listos para sortear el cambio generacional del personal académico que se presentará en pocos años, ante el dato duro que significan los 56 años de edad promedio de nuestra planta de investigadores.

Tareas importantes, derivadas de los 12 proyectos del plan de desarrollo 2008-2012, han quedado inconclusas. El explorar nuevas formas de organizar el trabajo académico; el mejorar la dirección de los proyectos patrocinados, incorporando el rigor de las mejores prácticas en la materia; el fomentar la vida académica, facilitando los espacios para ello y así favorecer la colaboración entre colegas; el incrementar la eficiencia terminal de nuestros becarios en los posgrados en donde participamos; el lograr que la frase “la administración al servicio de la academia” sea percibida como una realidad y no como un eslogan, son algunas de ellas.

Se obtuvieron logros también en estos cuatro años. No los menciono, porque si realmente fue así, la comunidad del nuestro Instituto los habrá detectado y valorado.

Agradezco en este espacio especialmente al equipo cercano que me acompañó en estos años: los tres Subdirectores, los cuatro Secretarios, la Unidad de Contratos y Convenios y el grupo de apoyo de la Dirección. Este reconocimiento lo hago amplio a todos los académicos, administrativos, becarios y profesionales contratados por honorarios, que con su trabajo comprometido contribuyeron al avance y al prestigio de este Instituto.

Para terminar, deseo muy sinceramente a todos ustedes y a sus familias, unas felices fiestas decembrinas. Que el 2012 sea un año de logros y superación.