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Premio Nacional de Ingeniería y Arquitectura 2013 
 
Premio Fernando González Villarreal 

Fernando González Villarreal y Enrique García Formenti recibieron el Premio Nacional de Ingeniería y el de Arquitectura, respectivamente, de manos del rector José Narro Robles, acompañados por el jefe de gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, y otras distinguidas personalidades, el pasado 14 de abril.

En una emotiva ceremonia que tuvo lugar en el Palacio de Minería, miembros de asociaciones, personal académico de universidades y escuelas de educación superior, familiares y amigos se dieron cita para presenciar la entrega de los premios nacionales de Ingeniería y Arquitectura que otorga la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México (AIAM).

A continuación transcribimos el discurso de aceptación del doctor González Villarreal al recibir su premio.

“Estimados miembros del presídium, colegas ingenieros y arquitectos, querida familia, amigos todos:

Es un gran honor para mí recibir el Premio Nacional de Ingeniería. Agradezco a las organizaciones y entidades que propusieron mi candidatura, así como al Patronato de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México por considerarme merecedor de este reconocimiento.

No puedo pensar en un mejor escenario para recibir el premio con el que hoy se me distingue. Me encuentro rodeado de mi familia, amigos y compañeros de vida; estamos reunidos en el Palacio de Minería, un lugar emblemático para los universitarios y, en particular, para los ingenieros mexicanos; y lo recibo de las manos de mi rector, el Dr. José Narro Robles, y del jefe de gobierno.  

Este premio es, sin duda, producto del apoyo de mi familia, en particular de mis padres, de mis maestros en la UNAM y de mis compañeros de trabajo, tanto en la academia como en la administración pública, las organizaciones internacionales y la empresa privada. Comparto con todos ellos mi gran satisfacción.

Cuando me debatía para elegir mi carrera, me tocó sufrir con mis padres los embates de la gran inundación de la cuenca del río Pánuco, en 1955. Nuestro patrimonio familiar se esfumó; muerte y destrucción se cundieron por doquier. Pienso que ello me llevó a decidir ser ingeniero para transformar un medio natural adverso, mitigar los riesgos por fenómenos naturales y, sobre todo, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de nuestro país.

Para nosotros los ingenieros el conocimiento científico se convierte en la materia prima con la cual diseñamos y creamos estructuras, máquinas y procesos que mejoran la vida de los seres humanos. Gracias a la ingeniería mexicana contamos con infraestructura que ha conectado comunidades aisladas y ha mejorado los espacios públicos que fortalecen la unidad y la comunicación. Gracias a ella contamos, entre otras cosas, con más de 6 millones de hectáreas de riego que proporcionan la mitad de los alimentos del país, 91 % de la población tiene agua potable y 98 % tiene electricidad.

México me ha dado la oportunidad de participar en muchos programas relevantes. La construcción de las grandes presas, como Huites y Cerro de Oro, implicó enfrentar retos, tanto técnicos como económicos y sociales, y la coordinación de miles de personas para lograr la protección contra inundaciones de amplias regiones, la generación de energía eléctrica y el aumento de la producción de alimentos.

Al lado de las grandes obras, como los acueductos de la ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, están en mi memoria el júbilo de la población durante la inauguración del sistema de agua potable de una apartada aldea de pescadores llamada Punto Abreojos, en Baja California Sur, a la cual pudimos darle agua potable. Más allá de la grande infraestructura, probablemente mi mayor satisfacción como ingeniero fue la multitud de pequeñas obras que mejoran la productividad y el bienestar de los habitantes.

Sin duda las estructuras dejan huella, pero la construcción de instituciones es quizá un asunto aún de mayor trascendencia. Al reflexionar sobre mi actuación, creo que la formación de la Comisión Nacional del Agua, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, la Asociación Nacional de Usuarios de Riego, la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento, la Ley de Aguas Nacionales de 1992 y el Plan Nacional Hidráulico es quizá lo más relevante de mi carrera como ingeniero.

Trabajar en la Universidad y participar en proyectos de importancia nacional al lado de jóvenes muy talentosos nos hace optimistas sobre el futuro de México y las posibilidades de competir globalmente; estos son los eventos de mayor motivación en mi trabajo.

A pesar de sus logros, la ingeniería mexicana presenta hoy señales de crisis y para afrontar los retos del futuro necesita reformarse en tres grandes áreas: la formación de los ingenieros, la competitividad de las empresas y la eficiencia del sector público.

  1. Necesitamos que la formación de los nuevos ingenieros estimule la innovación y que se actualicen los planes y programas para que incorporen nuevos sistemas de pensamiento y enseñanza, preparen a los egresados para seguir aprendiendo toda la vida en un escenario de cambio tecnológico acelerado y al mismo tiempo se proporcionen las bases para analizar y replantear las políticas públicas.
  2. Las empresas de ingeniería requieren realizar cambios para competir en el ámbito internacional, necesitamos estimular en ellas la inversión en la preparación del personal técnico como parte esencial de sus actividades cotidianas. La formación básica se adquiere en las aulas; los ingenieros se hacen en la práctica de todos los días.
  3. El gobierno necesita fortalecer la capacidad técnica de las instituciones públicas, destinar más recursos con mayor oportunidad para la infraestructura, promover en forma decidida el fortalecimiento de las empresas mexicanas y lograr una vinculación efectiva entre la academia, la iniciativa privada y el sector público que facilite la participación conjunta, en el diseño y la ejecución de los proyectos.

La humanidad ha entrado en un proceso cada vez más acelerado de cambio que se manifiesta en todos los ámbitos. En esta nueva etapa, la ciencia, la técnica, la educación y la ingeniería deben seguir siendo la clave para alcanzar una sociedad más igualitaria y más justa, con mayores niveles de bienestar y en un entorno de sustentabilidad ambiental.

Emprendamos pues los cambios para afrontar con creatividad y alto compromiso los retos del futuro; así, la ingeniería mexicana podrá constituirse en un motor de progreso y bienestar.

Agradezco nuevamente a todos por acompañarme en este día.

Hoy, al ingresar al distinguido grupo de colegas que han recibido el premio, estoy seguro de que decidir ser ingeniero fue para mí un gran acierto. Me siento muy orgulloso de serlo.

Gracias.”