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Gaceta Enero 2016
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Encuentro Internacional: Energía para la sustentabilidad de las zonas urbanas y rurales
Libro: La Ciencia en la UNAM 2015
Participación del Instituto de Ingeniería en la construcción del Túnel Emisor Oriente
EL CEMIE-Océano
Subdirector de Unidades Académicas Foráneas
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Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales en la república mexicana
Edificio de Laboratorios de Oleaje y de Vías terrestres del Instituto de Ingeniería
Las redes sociales y su desarrollo en el IIUNAM
Entrevista a José Antonio Barrios Pérez
Cápsulas TI
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Entrevista a José Antonio Barrios Pérez 
 
 
 

Estudié la carrera de ingeniería civil en la UNAM igual que mi papá. Mi gusto por la ingeniería seguramente se debe a que desde chico lo acompañaba a visitar las obras que construía.

Al terminar la carrera en 1993 quería hacer una maestría en temas relacionados con el agua, se lo comenté a mi papá y él habló con el ingeniero Carlos Slim que fue compañero de su generación. Le sugirió que buscara al doctor Antonio Alonso en la fundación Barros Sierra quien a su vez me mandó al Instituto de Ingeniería donde la doctora Blanca Jiménez me invitó a participar, como becario, en su grupo de investigación. Después de un año, ella me apoyó para realizar la maestría en Ingeniería Ambiental en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign financiado con una beca del CONACYT.

En la maestría participé en un proyecto de digestión anaerobia de lodos residuales mezclados con la fracción orgánica de la basura. Sin embargo, en 1994, cuando la moneda mexicana se devaluó, el CONACYT nos solicitó a sus becarios que buscáramos financiamiento alterno. Fue mi asesor quien consiguió que me dieran una beca en un laboratorio del ejército de los Estados Unidos colaborando como asistente de investigación. Ahí tuve la oportunidad de participar en proyectos para la biodegradación de aceites de corte, la inmovilización de plomo y la degradación de contaminantes empleados en la propulsión de cohetes.

En ese laboratorio trabajé con tres jefes. El primero había sido exalumno de la Universidad de Illinois, era muy joven, y al poco tiempo de que yo ingresé se fue a trabajar a una empresa de consultoría. A su partida me quedé con otro investigador, pero después de unos meses recortaron los fondos de varios proyectos incluyendo en el que yo estaba. Sin embargo unos días después llegó un investigador con el que yo había tenido contacto en el laboratorio y me ofreció colaborar en otros proyectos. Cuando terminé la maestría este investigador me propuso que hiciera doctorado bajo su supervisión. No acepté su ofrecimiento porque en esa época me iba a casar y decidí regresar a México. A pesar de ello, mi jefe me propuso para el premio a la excelencia como mejor asistente de investigación en el laboratorio durante ese semestre, mismo que obtuve en 1996.

Vine a México contratado por una empresa consultora de los Estados Unidos con la que trabajé hasta que CONACYT me solicitó cubriera el monto de la beca que me habían otorgado ya que no estaba trabajando en una institución académica. Por este motivo regresé al IIUNAM y la doctora Jiménez me convenció para que estudiara el doctorado en la UNAM con el tema de desinfección de lodos residuales.

A partir de mi reincorporación al IIUNAM, ahora como técnico académico, y gracias a la confianza de Blanca, me enfoqué al manejo de lodos residuales, los cuales se generan durante el tratamiento del agua residual. Estos subproductos concentran diversos contaminantes, incluyendo bacterias y huevos de parásitos, los cuales son un grave problema en México. No obstante, una vez tratados adecuadamente, los lodos pueden ser depositados de manera segura en algún sitio de confinamiento, como un relleno sanitario, o bien pueden ser reutilizados como fertilizantes para la agricultura. Para ello, deben cumplir con la norma oficial mexicana NOM-004-SEMARNAT-2002. Esta norma fue desarrollada a partir de los estudios que elaboramos dentro del grupo para la Comisión Nacional del Agua y actualmente sigue vigente en nuestro país.

Dos años después de haber terminado el doctorado y con ayuda del Programa de Apoyo a la Superación del Personal Académico de la UNAM realicé una estancia posdoctoral de seis meses en la Universidad de California, Berkeley, con la doctora Kara Nelson. Con ella trabajamos técnicas de biología molecular para determinación de huevos de áscaris que es uno de los principales problemas que se presentan en los lodos residuales en nuestro país.

Poco después de mi regreso a México, la doctora Blanca me recomendó para formar parte del grupo de asesores del Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno Federal. Mi estancia en SEMARNAT fue muy interesante, tuve un jefe maravilloso, el doctor Hernando Guerrero, quien me apoyó en todo momento, del cual aprendí mucho, y quien gracias a su confianza me permitió ser parte de ese grupo.

Sin duda, mi trabajo en la SEMARNAT fue una experiencia muy enriquecedora porque me permitió ver desde otro punto de vista los problemas nacionales. Cuando estas en el gobierno te das cuenta que para implementar una solución basada en un estudio técnico se tienen que tomar en cuenta los factores económicos, políticos y sociales. En muchas ocasiones a pesar de que hay recursos económicos y una propuesta técnica bien fundamentada la cuestión política o social impide que se implemente esa solución. Los factores políticos y sociales tienen un peso muy importante a la hora de tomar decisiones y esto no solo es en México, sino en todo el mundo. Además de lo aprendido, mi paso por la SEMARNAT me dejó grandes amistades que durante un tiempo fueron como mi familia.

Actualmente, estoy participando principalmente en dos proyectos de investigación. El primero para la fundación Bill y Melinda Gates que consiste en el desarrollo de un software para identificar huevos de parásitos ambientales, el cual estamos terminando para su posible comercialización en diferentes países. Por su parte, el otro proyecto trata sobre el tratamiento de lodos residuales para producción de energía en el cual soy responsable junto con el doctor Ulises Durán y es apoyado por el Fondo de Investigación del Instituto de Ingeniería.

En cuanto a mi vida personal, conocí a mi esposa Olivia cuando ella era compañera de mi hermana en la preparatoria, de hecho vivíamos relativamente cerca. Nos hicimos novios en 1990 y nos casamos en el 96. Ella cuenta con dos licenciaturas pues es terapista en comunicación humana y licenciada en educación preescolar. Es decir además de ser maestra de kínder también da terapias de lenguaje, audición y aprendizaje. Es una excelente madre y esposa, es muy trabajadora y además cocina delicioso. Algo que admiro de ella es que siempre ha sido muy alegre y optimista. Mantenemos una excelente relación y nos encanta ir al cine juntos.

Tenemos 2 hijas, Paola de 16 años, quien tiene la cualidad de saber escuchar y es excelente amiga, es muy paciente, siempre sonríe y es muy positiva, y Daniela de 14 años que juega fútbol, le gustan las matemáticas, pero también es muy buena presentando argumentos y defendiendo a las personas. Le gusta tanto el futbol que generalmente vemos juntos los partidos de los Pumas. Me encanta que entre ellas son como mejores amigas y se quieren mucho.

Disfrutamos mucho viajar juntos, no importa el lugar, pero sin duda nuestra mejor experiencia fue cuando nos fuimos los cuatro a la estancia posdoctoral. Nos fuimos en coche hasta Berkeley lo que nos llevó cuatro días de viaje. Hicimos una escala en San Diego porque mis hijas querían ir a Sea World. Tuvimos la suerte de vivir junto a la montaña donde era frecuente ver venados, guajolotes silvestres e incluso nos comentaron que había pumas. Teníamos alberca, canchas de tenis y los fines de semana íbamos a pasear y pudimos conocer varios lugares cercanos. Fue una gran experiencia como familia.

Mi papá tuvo varias empresas de ingeniería y consultoría, es una persona muy optimista, de quien he aprendido a ver la vida siempre con buena cara, incluso cuando las cosas no van bien, como cuando tuvo cáncer y siempre se mantuvo positivo. En esa etapa mi mamá lo apoyó al cien por ciento, al igual que nos ha apoyado toda la vida a los tres hijos. Ellos llevan cerca de 50 años casados y son unos excelentes padres de quienes he recibido todo el apoyo a lo largo de mi vida. 

Mi madre trabajó como educadora, después renunció para dedicarse a nosotros, pero cuando crecimos se inscribió en la Universidad Pedagógica Nacional para estudiar pedagogía y también hizo varios cursos de Arte en el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM.

Tengo 2 hermanos: uno mayor que estudió la carrera de administración de empresas y una hermana menor casada con un hijo que vive en Puebla. Ambos se dedican a los bienes raíces y los considero además mis grandes amigos.

Mi infancia fue muy feliz, tuvimos la fortuna de vivir muy cerca de la casa de mis abuelos paternos, quienes nos consentían todo lo que queríamos. De hecho jugábamos afuera de la casa de ellos porque esa calle era un poco más tranquila que donde vivíamos. Fue una época muy padre porque podíamos salir a jugar futbol y a andar en bicicleta, ya que en esa época no había tanta inseguridad. Disfruté mucho con mis hermanos, amigos y vecinos. También conviví mucho con uno de mis primos, teníamos la misma edad y éramos lo que se dice uña y mugre hasta que cursamos la prepa en distintas escuelas y eso nos llevó a que cada quien tomara su camino, y aunque nos vemos poco aún mantenemos ese cariño.

En realidad no soy de coleccionar cosas, pero me encantan los relojes, son mi pasión, no deja de sorprenderme como una máquina tan pequeña puede tener tanta precisión. Me gusta todo tipo de relojes, pero los que poseen más valor para mí son los que pertenecieron a mi abuelo y que ahora me pertenecen. En ese sentido puedo decir que sí soy esclavo del tiempo.