Continúa de la gaceta anterior.
Última Parte
Consideraciones finales
Además del impacto negativo que pueden tener sobre el medioambiente los desarrollos humanos en la costa, este problema puede destruir elementos de la naturaleza que sirven de protección contra peligros concretos. Un caso típico son las dunas costeras, las cuales muchas veces son destruidas para poner una casa o para que no tapen la vista al mar; sin embargo, las dunas son parte integral de las playas y también una excelente estructura de protección contra las inundaciones, el embate de las olas y la erosión. De esta manera, la restauración de dunas es un excelente método de protección costera que, combinado con un relleno de playa, es probablemente la mejor alternativa de protección, pues no solo se protege ante eventos adversos a la costa, sino que se genera el medio natural, incluido el hábitat para varias especies de flora y fauna.
Qué más conocemos de las costas
El manejo de los recursos costeros es imprescindible; el conocimiento que se logra al estudiarlos repercutirá inmediatamente sobre los problemas que generan la erosión de las playas. Por ejemplo, crear un plan de manejo de sedimentos a nivel regional puede llevar a que se implementen soluciones para que el sedimento retenido por las presas llegue naturalmente o se coloque en la costa, y de esta forma se evite el incremento del déficit de arena en las corrientes del litoral. Otro ejemplo importante son los humedales y los manglares, los cuales también actúan para amortiguar el efecto de los eventos adversos que generan inundaciones en lugares costeros.
¿Estamos listos?
Si en una comunidad se lleva a cabo una buena planeación acerca de lo que se tiene que conocer de las costas, se llevan a cabo las medidas de mitigación y prevención para protegerlas, y se evalúa la vulnerabilidad de cada tramo ante los peligros costeros, es muy probable que los riesgos en las poblaciones costeras se reduzcan drásticamente.
También es muy probable que el costo asociado con la planeación sea mucho menor a las pérdidas que se generen por la afectación de un peligro costero; sin embargo, ante el riesgo que significa enfrentarse con la naturaleza, nunca se estará 100 % seguro, por lo cual es necesario tener siempre listos planes de respuesta para antes y después de un peligro costero. Asimismo, es necesario contar con mapas de vulnerabilidad, con el fin de anticipar dónde debemos actuar cuando se presente un fenómeno adverso, conocer cuáles serían las prioridades y las respuestas más adecuadas para cada zona y evento. De esa manera, con planes de desarrollo sustentable y de respuesta ante eventos extremos, será mucho más sencillo vivir en las zonas costeras y disfrutar de una mejor calidad de vida para las siguientes generaciones.
Conclusión
Algo que tenemos que tener muy claro es que en cualquier momento se puede presentar un peligro ante el que debemos saber cómo actuar para el beneficio de la comunidad. Evidentemente, al aumentar la presencia humana sobre la costa, nos hemos vuelto más vulnerables a los peligros. Una prueba de ello son los tsunamis, que hace algunos siglos no habrían causado las pérdidas humanas lamentables como las ocurridas en Indonesia (2004) y Japón (2011), simplemente porque no existía toda la infraestructura humana que tenemos ahora y que se ha convertido en susceptible de sufrir algún daño.
Es por ello que la regulación costera tendría que ser una herramienta fundamental para reducir los posibles daños que pueden ocasionarse ante la presencia de los peligros en la costa. La regulación debe ser insertada como un manejo de zona costera, y deberá incluir cuestiones como la conservación de ambientes naturales, el uso del suelo, los códigos de construcción y la delimitación de zonas de amortiguamiento y tránsito, entre otras más. Desafortunadamente, en México todavía no existe una ley de costas, y las regulaciones con las que se cuenta hasta ahora para estas zonas son limitadas.
...Osvaldo Farrés se recogió las chanclas y se fue caminando en la playa por la orilla del mar para no quemarse los pies; iba tarareando... “en el mar, la vida es más sabrosa, tu-tu-tú...”.
Nota del editor: con este número concluimos este artículo escrito originalmente como parte de un libro de divulgación; recomendamos consultar las partes anteriores desde la gaceta 99.