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Las primeras iniciativas
La organización inicial del Instituto
Ex Directores
Historia 
 

El Instituto de Ingeniería tiene origen en diversas iniciativas de la Universidad, de los universitarios en la industria y de los gobiernos de la década de los 40 del siglo pasado. El primer intento de formación del Instituto de Ingeniería proviene de un acuerdo del Consejo Universitario en 1944, de “Crear un Instituto de Ingeniería, en la medida que los recursos lo permitan”. Los recursos eran exiguos, por lo cual, la iniciativa se pospuso más de una década.

Los gobiernos de la posguerra, profundamente preocupados por la construcción de la infraestructura que el país requería: (presas, distritos de riego, túneles, puentes, carreteras, aeropuertos y diversas obras civiles), alentó la organización de jóvenes mexicanos para hacer dichas construcciones. Algunos de ellos, universitarios de procedencia, vieron la necesidad de crear el Instituto de Ingeniería, A.C., cuyas escrituras datan de 1955. Entre los más importantes promotores de aquella organización, estuvieron los ingenieros Nabor Carrillo, Javier Barros Sierra, Bernardo Quintana y otros. Ellos pensaron que la mejor opción era integrar al Instituto de Ingeniería en la Facultad de Ingeniería, al tiempo que esta se instalaba en Ciudad Universitaria. En 1956 el Instituto de Ingeniería era ya una realidad universitaria.

La primera fuente de financiamiento del Instituto fue ICA, que lo nutrió de técnicos y ejecutivos y también de problemas en ingeniería que habría que resolver. El primer recinto del Instituto fueron los sótanos del entonces Instituto de Geología, instalaciones que ahora ocupa el Centro de Enseñanzas en Lenguas Extranjeras de la UNAM. La primera construcción donde se alojó, con motivo de sus ingresos externos al presupuesto universitario, fue la nave Raúl Sandoval Landázuri, donde desde entonces se alojan parte de nuestros laboratorios de ingeniería estructural e hidráulica.

ICA pagó todos los gastos del Instituto durante el primer año, el 75% durante el año siguiente, la mitad del total al tercer año y la cuarta parte al cuarto año, con ánimo de trasferir los costos de la investigación al que originaban los trabajos de investigación: el sector público. Desde 1960, la casi totalidad de los costos de las investigaciones del Instituto, entonces División de Investigaciones de la Facultad, eran pagados según la naturaleza de los problemas para estudiar por: la Secretaría de Obras Públicas, actualmente SCT; la Comisión Nacional de Irrigación, posteriormente Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos; la Comisión Federal de Electricidad; y demás organizaciones gubernamentales solicitantes de tecnología de alta calidad para la infraestructura nacional.

Actualmente, todavía se atienden esas necesidades de ingeniería, y los organismos sucesores de aquellos son aún el principal recurso para las investigaciones. Otra parte muy importante proviene de las instituciones que financian la investigación científica, como la propia UNAM y el CONACYT, las organizaciones internacionales y fundaciones del apoyo a la ciencia. Una pequeña parte de organizaciones y empresas privadas, como ICA, que requieren tecnología del propio Instituto.

En la actualidad, aproximadamente la mitad de los miembros del Instituto provienen de disciplinas distintas de la ingeniería civil, y las cuatro o cinco áreas de prestigio que caracterizaron los albores del Instituto son ahora tres veces más numerosas, e incluyen una rica mezcla de las disciplinas e interdisciplinas de la ingeniería moderna. Los orígenes de los temas de estudio, los recursos para el financiamiento de nuestra operación, la preparación básica de nuestros estudiantes, los temas de tesis que aquí se dirigen y los artículos que se publican, representan una muestra muy variada de lo mejor de la ingeniería nacional, que honra la prestigiada tradición del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Los cuatro grandes grupos de investigación actuales comprenden a la ingeniería estructural, desde la sismología, geotecnia y dinámica de las estructuras hasta la elaboración de normas constructivas urbanas; la ingeniería hidráulica y ambiental, que incluye la dinámica de fluidos, la biorremediación y los procesos biológicos del ambiente; de la ingeniería electromecánica, que también abarca la automatización, los sistemas e instrumentación; y la ingeniería de computación (hardware y software), con grupos emergentes en manejo de bases de datos, redes, inteligencia artificial y telecomunicaciones.

No obstante su alto grado de especialización, y las aportaciones novedosas que hace de manera creciente al conocimiento universal, el Instituto preserva su importante función de hacer ingeniería de calidad, original, útil y altamente competitiva. La versatilidad de la organización resulta en un alto grado de independencia de sus miembros, de modo que pueden atenderse requerimientos del exterior con gran agilidad y eficiencia. En el futuro, el Instituto prevé preservar su papel de árbitro nacional de la ingeniería y actor principal del desarrollo tecnológico. Al mismo tiempo, apoyará de manera más efectiva a la docencia y la formación de expertos, conjuntamente con la Facultad de Ingeniería, como siempre, y, acrecentará su participación en programas universitarios de punta, así como la vinculación con la industria, el desarrollo de nuevas tecnologías y la colaboración con instituciones afines.