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La Pildorita
Cápsulas de TI
La Pildorita 62 
 
 

Este poema se lo dedico a mi Maestro Luis Rius

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas

hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha

la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento. 

No será cual los álamos cantores que

guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas. 

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta el mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera. 

Antonio Machado (1875-1939)

 

EL DÍA QUE ME QUIERAS

El día que me quieras tendrá más luz que junio;

la noche que me quieras será de plenilunio,

con notas de Beethoven vibrando en cada rayo

sus inefables cosas,

y habrá juntas más rosas

que en todo el mes de mayo. 

Las fuentes cristalinas

irán por las laderas

saltando cantarinas,

el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos

resonarán arpegios nunca jamás oídos.

Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras

que hubo y habrá en el mundo serán cuando me

quieras. 

Cogidas de la mano, cual rubias hermanitas

luciendo golas cándidas, irán las margaritas

por montes y praderas,

delante de tus pasos, el día que me quieras... 

Y si deshojas una, te dirá su inocente

postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,

tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,

y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,

florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje

ala maravillosa; cada arrebol, miraje

de las Mil y una noches; cada brisa un cantar,

cada árbol una lira, cada monte un altar. 

El día que me quieras, para nosotros dos

cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

Amado Nervo (1870-1919)

  

CINCO AÑOS

¡Hijo de mi alma, hijo,

has crecido tan aprisa!... 

En el arca de mi seno

ya no cabrías.

Ni casi en mis brazos...Mira.

¡Y eres tan mío allá dentro!...

Ahora, cada vez más lejos.

Ya pronto, irás al colegio:

cuadernos, tinta en los dedos,

el juego de los compañeros,

el alma de tus maestros... 

¡Cada vez más lejos!

Ángela Figuera Aymerich (1902)