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La Pildorita 52 
 
 
EL ESPAÑOL FRENTE AL MILENIO (II) 

Se hable con loísmos, seseo o voseo, el español está presente en cuatro continentes. América es el principal hispanohablante, su tesoro es esta forma común de comunicarse.

Le van a volar la petaca (en México: le van a robar la maleta), ¡Guácala de jama! (en Costa Rica: ¡qué asco de comida!), Mi príncipe no es perecudo (en Colombia: mi hijo no molesta). Pero ¿de verdad hablamos el mismo idioma? "Por supuesto dice rotundamente Francisco Moreno, catedrático de Lengua de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), que prepara para el Instituto Cervantes un estudio demolin­güístico actualizado. El español es un complejo riquísimo, incluso menos marcado dialectalmente que otros idiomas, como el italiano, y en el que nos entendemos 340 millones de personas". ¡Macanudo!, diría un argentino. 

El español está considerado el tercer idioma de los 10 000 que hay en el mundo y en realidad es el segundo, pues el primero, el chino mandarín, lo comprenden 800 millones de personas solo escrito, pero no hablado. "Por el número de sus hablantes, por ser la lengua oficial de 23 naciones, por su presencia activa en otras zonas geográficas, por su peso cultural específico, es hoy indiscutiblemente la segunda lengua", escribe Antonio Quilis, autor del Atlas Lingüístico de Hispanoamérica.

Según los especialistas, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Pero, por supuesto, hay distintas formas de hablarlo. Se distinguen ocho variedades: la castellana; la andaluza y canaria; la centroamericana, mexicana y habla de los antiguos habitantes del sur de EU; la caribeña (Grandes Antillas, Caribe venezolano y Colombia); la chilena; la de Argentina; Paraguay y Uruguay.

 Entre la primera y las otras siete variedades hay un abismo fónico, el seseo, y otro gramatical, el voseo.

Por supuesto, hay otras diferencias, por ejemplo, en las palabras malsonantes. Algunos latinoamericanos quedarían escandalizados si alguien en España le dice que "coja La Concha hacia la izquierda...", puesto que coger acá de este lado del Atlántico significa copular y concha es el nombre del órgano sexual femenino. Ninguno de nuestros vecinos centroamericanos pedirá un bollo (clítoris), ni diría que la fruta tiene un bicho (pene) y seguro que un venezolano se negaría a caminar sobre el barro (excremento). 

Evidentemente hay que cuidar nuestra lengua, pues uno de sus enemigos no se sabe si batible, el espanglish, se extiende por EU donde los hispanos son ya un 11% de la población. Revistas como Latina en Nueva York, y Generación, en Miami, difunden esta invasión idiomática, que no idioma, con frases como: te llamo para atrás (traducción de I'll call you back, te volveré a llamar), vacunear la carpeta (vacuum the carpet, limpiar la alfombra) o está reinando, cierra el window (it's raining, close the window; está lloviendo, cierra la ventana).

La labor es de todos. Señalo las palabras de Antonio Alatorre, autor de Los 1,001 años de la Lengua Española: "Hay en nuestro mundo muchas cosas de que alarmarse. Entre ellas no está la lengua española en cuanto tal (...). No todos los hablantes pronuncian igual su lengua, no todos designan las cosas con unas mismas palabras; las necesidades de designación y de énfasis son muy variables; la lengua de los jóvenes es distinta de la de los viejos; una cultura dominante impone sobre otras culturas una buena parte de su vocabulario; los idiomas humanos no toleran mucho tiempo la inmovilidad..." "La lengua española goza de buena salud", afirma Ángel Rosenblat. 

El español, idioma oficial, con 312 millones de hablantes. México a la cabeza, con 83 millones. El español, idioma hablado pero no oficial. EU (23 millones), Belice (0.04), Filipinas (2.5). Además 400 000 personas hablan judeoespañol o sefardí.