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La Pildorita 50 
 
 
HABLA POPULAR

Más de 300,000 millones de personas hablan español. Es el segundo idioma hablado en el mundo; es primo hermano del portugués y del francés y el 60 % del italiano son de palabras del español.

 A nivel fonológico hablamos buen español a nivel del léxico nombramos de diferente modo a las cosas aun en nuestro medio. Estos dos niveles nos permiten comunicamos. Cuando se habla de lenguaje científico es otra cosa.

La lengua es un sistema completo (algunos lo han llamado una red), que se caracteriza por ser una red de relaciones de oposición y es realizado por un hablante.

En 1492 Antonio de Nebrija publica la primera gramática de la lengua española. En 1535 Juan de Valdés es el escrutador de la gramática y la pone en entredicho, pero no lo logra ya que no es un especialista ni un lingüista. 

Es hasta 1714 que se funda la Real Academia Española y en 1727 se publica el primer diccionario de autoridades. Este diccionario de la RAE contiene todas las voces que en ese momento se tenían registradas. ¿Para qué sirve el diccionario de la Real Academia? Para saber si la palabra es aceptada por una norma especializada, si está registrada.

Hay 300,000 palabras en español, de las cuales el DRAE tiene 80,000; 15,000 son el léxico disponible. Es decir, un hablante culto utiliza 1500 palabras más o menos. Un hablante popular hace uso de 500. 

La evolución de la lengua es lo que le va a permitir seguir existiendo.

No queremos salirnos del grupo al cual pertenecemos, por tanto, utilizamos palabras muy pobres y sin sentido, como ejemplo, la palabra onda (¿Qué onda? ¿Qué ondón? Uy, está de ondísima). Por eso inventamos palabras que no se pueden hacer verbos. 

Cuando la palabra onda nació hace 30 años, no se decía: fui de onda al cine. Se usa demasiado con muy poca derivación, es decir, no se utiliza el procedimiento mediante el cual se forman unos vocablos de otros.

Peculiaridades del habla popular mexicana 

Pérdida total de fonemas consonánticos (usté, sesto) o vocálicos (ant’s); diptongación de hiatos, ya en el interior de la palabra (pior, tualla), ya en fonética sintáctica (qui hubo, di oro); hiatización de diptongos por ultracorrección (cameón, vaceo); monoptongaciones (cota por cuota, pos); apócopes y contracciones (pa', na', d'ella, m'hijo); equivalencias acústicas (agüelo, abuja); cierres o aberturas vocálicas extremos (puercu, nochi, polecía); metátesis (suidad por ciudad, estuata); traslaciones acentuadas (ai por ahí, téngamos).

Asimismo, se escuchan frecuentemente por ultracorrección los siguientes verbos: vacear, por vaciar, negocear, por negociar, copear por copiar, cambear y diferencear por cambiar y diferenciar, traén, caén, cafeses, mamases, pieses, nadien, oyes por oye, ton's o enton's por entonces, pus, pos, por pues, güevo, coloña, ingeño, ñetos (por nietos), cercas, por cerca, demen por denme, melitar y polecía, quihacer...

 ¿Será que utilizan nadien, porque creen que si se dice alguien, también nadie debe terminar en n? Sin embargo, escriben correctamente nadie.

La palabra harto(a), según la definición es un adjetivo que significa "bastante, sobrado", pero la expresión popular dice: "trajeron harta comida", utilizado aquí como sinónimo de mucho. 

Entre las muchachas de servicio, la frase que usan cuando no están contentas o extrañan a su familia es: "Sabe qué, mi seño, no me hallo. No estoy impuesta a la ciudá, y no me gusta la comida, así que yo creo mejor me voy pa' mi pueblo, allá aunque sean frijoles". Todo esto, me supongo, entre las muchachas clasemedieras, las de Polanco, no las conozco.