Omitir vínculos de exploración
Gaceta electrónica
Series
Artículos
Patentes
Libros
Tesis
La Pildorita
Cápsulas de TI
La Pildorita 33 
 
La Pildorita 33 
SOBRE ANGLICISMOS

Una de las manifestaciones más evidentes de la trasculturación en el mundo actual es la interferencia lingüística, particularmente léxica, de un país poderoso en otros en vías de desarrollo, mediante la publicidad. Los préstamos léxicos pueden clasificarse de muchos modos. Los anglicismos en el español mexicano, por ejemplo, pueden ser generales, si los han adoptado todos los hablantes, o locales, si son propios de ciertas zonas, las fronterizas con los Estados Unidos, sea por caso. Pueden asimismo caracterizarse como préstamos antiguos, incorporados desde hace mucho en el vocabulario español, o bien trasferencias recientes. Vocablos como basquetbol, claxon, clip, clóset, champú, futbol, ponchar, refrigerador, suéter, son anglicismos generales en México, se pueden oír lo mismo en Chihuahua que en Yucatán. Diferente es el caso de anglicismos como marqueta (market), bloque (block), bos (bus), porche (porch), troca (truck), naifa (knife), guachar (to watch), etc, propio de mexicanos de bajo nivel cultural, que, aunque radican frecuentemente en ciudades fronterizas del lado mexicano, suelen trabajar en las ciudades norteamericanas.

Por otra parte, todos conocemos y usamos voces inglesas, que desde hace mucho tiempo forman parte del léxico español general, que son registradas en los diccionarios españoles y cuya presencia no se limita a una región en particular ni a un solo nivel sociocultural de hablantes, como club, coctel, cheque, esmoquin, líder, mitin, vagón, y que pueden oponerse a palabras cuya incorporación, a veces general, a veces regional, es muy reciente: jet, shorts, blazer, sterwardess, polución, bafle, contactar, discotheque, smog, etcétera.

Los anglicismos en español pueden también agruparse según conservan idéntica su estructura fonológica (hockey, sandwich, roast beef, baby doll...) o la modifiquen ya sea ligera o profundamente, llegando con frecuencia a la hispanización total del vocablo o su completa traducción (boxear, pluma fuente, panqué, reversa, supermercado, chequera...).

La clasificación que ahora interesa destacar es la de extranjerismos en alguna forma necesarios o insustituibles y los que pueden caracterizarse como totalmente superfluos. Puede considerarse como necesario un extranjerismo por alguna de las siguientes razones: o porque pertenece ya a la lengua española y es de uso general (club, cheque, líder, mitin, vagón) o porque fue importado a nuestra cultura de manera conjunta con el concepto, y resulta sí definitivamente intraducible, como vienen a serlo la mayor parte de las voces inglesas referentes a deportes como el beisbol, ciertas comidas, ropas o fenómenos de la vida social (sandwich, bistec, hot dog, whiskey, taxi, rock and roll, overol). Los intentos por traducir, por hispanizar estos vocablos pocas veces tienen éxito: si resultan aceptables las voces tiro de esquina por corner, tiro de castigo por penalty o falta por foul, otras muchas no cuentan con la aceptación de la mayoría (balompié por futbol, perro caliente por hot dog, emparedado por sandwich, etcétera).

En muchos casos, existiendo el equivalente español los hablantes de cierto nivel sociocultural prefieren, en México, la voz inglesa, sin duda como un rasgo más que se suma a otros muchos mediante los cuales puede identificarse con facilidad a personas cuyo prestigio social, a juicio de ellas, descansa en la posesión de cosas extranjeras, en la imitación de lo que no les es propio y, evidentemente en el uso de extranjerismos innecesarios. Para esta gente, es más elegante decir polución que contaminación, bafle que bocina, contactar que ponerse en contacto, stand que puesto, office boy que mensajero, lobby que vestíbulo, póster que cartel, etc.

Pueden ser también anglicistas los que conscien­temente dicen remover por quitar, conducir por dirigir (una orquesta, por ejemplo), contemplar por considerar, presumir por suponer...

Esto solo podrá contrarrestarse mediante la aplicación de medidas prácticas que fortalezcan la identidad nacional y la conciencia de que pertenecemos a un pueblo que se siente orgulloso de hablar español.