Para evitar daños como los que provocó el sismo de 1985, en el Instituto de Ingeniería de la UNAM se desarrolló un novedoso disipador sísmico con el fin de proteger la estructura de las casas y los edificios.

Héctor Guerrero Bobadilla, informó que ya existen otros disipadores aunque, enfatizó, el de la UNAM tiene ventaja de estar enfocado a zonas marginadas y es de bajo costo.

“¿Cuál es la ventaja de usar los disipadores sísmicos? Bueno, pues la ventaja es que concentramos el daño en ellos y nos funcionan como lo que es un fusible, es decir, como en nuestras casas que tenemos los fusibles eléctricos, que cuando hay una descarga se daña el fusible y evitamos daños en nuestra instalación.

Nos interesa mucho hacer disipadores de bajo costo, porque actualmente hay muchas patentes y muchos dispositivos en el mercado, que –digamos- los grandes desarrolladores los pueden pagar; entonces, queremos que esta tecnología esté disponible o haya versiones disponibles pues para las zonas que son marginadas o que no tienen acceso a estas tecnologías”.

Con un centro de acero y forradas con concreto que se ensancha en las orillas, este tipo de barras metálicas se colocan en cada piso del edificio. La propuesta de guerrero Bobadilla incluye un método para calcular los daños que se podrían ocasionar por un movimiento telúrico.

El doctor Guerrero explica cómo se instala el disipador sísmico.

“Los que nosotros trabajamos aquí en el instituto, con los que yo trabajo particularmente, se colocan en forma de diagonal: por fuera lucen similares a las diagonales comunes y corrientes o “convencionales” vamos a llamarlas, pero lo bueno o lo interesante está dentro del dispositivo”.

Para poder analizar los sismos, crear este tipo de dispositivos y sobre todo probarlos para garantizar su efectividad, la UNAM tiene una mesa vibradora, en la que se hacen modelos a escala de estructuras arquitectónicas a las que se les instalan los disipadores para simular un terremoto.