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Ricardo Chicurel Uziel 
 
Ricardo Chicurel 

 

“Es necesario proteger a la industria de nuestro país sin llegar a alentar la mala calidad”.

Visité el IIUNAM un verano que vine a México. Platiqué con Emilio Rosenblueth, y me pareció muy interesante el trabajo que desarrollaba esta dependencia, donde ese mismo verano colaboré en el análisis de esfuerzos de una presa, problema que me planteó el doctor Roger Díaz de Cossío. Unos años después, a fines de los sesenta, el mismo Roger me invitó a trabajar en el IIUNAM.

Para venir a México, tenía que renunciar a la plaza de profesor en el Virginia Polytechnic Institute, lo que era una decisión difícil, pues estaba casado y tenía tres hijos. Sin embargo, sacrifiqué el sueldo y la antigüedad, porque quería dedicarme a la investigación. Desde pequeño me llamó la atención cómo funcionaba la locomotora de vapor, porque el mecanismo estaba a la vista. También, cuando pusieron los pilotes del célebre edificio Basurto de la colonia Condesa, que tenía diez o doce pisos, utilizando un sistema de vapor, me pareció fascinante. Sin duda, esto influyó para que dedicara mi vida al diseño mecánico en su concepto más amplio, que incluye máquinas térmicas y mecánicas, y a la mecánica teórica, materia que he impartido desde que era catedrático en Virginia.

La investigación es un reto, cuyo objetivo principal es hacer trabajos originales, que no sean rutinarios, sino innovadores, pero no demasiado ambiciosos; es decir, debemos desarrollar tecnología que no sea demasiado sofisticada, para que sea factible utilizarla y resolver los problemas. Especialmente en ingeniería las investigaciones siempre tienen una aplicación. En países como el nuestro el desarrollo de tecnología es difícil porque la competencia es muy intensa debido a la globalización. Debe haber un esfuerzo del Gobierno por proteger el trabajo que se hace en el país, aunque sin caer en los extremos. Hace años estábamos obsesionados con hacerlo todo en México, y esto también era un error, porque ningún país es autosuficiente, todos importan tecnología; así, por ejemplo, cuando Suecia diseñó un avión de combate importó las turbinas, y Francia, país del primer mundo, no fabrica motocicletas; o sea, existe la interdependencia. Es decir, es necesario proteger la industria de nuestro país sin llegar a alentar la mala calidad. Considero que es importante que la universidad apoye a las empresas nacionales interesadas en participar en esta actividad y que instituciones como el CONACyT patrocinen no solo la investigación sino su comercialización.

También se debe dar libertad a los investigadores para que trabajen en el tema que consideren relevante de acuerdo con las necesidades del país. Muchos de los trabajos que han tenido éxito son resultado del interés particular de un investigador. En mi caso eso fue lo que pasó cuando diseñé la bomba de estrella, de la que tenemos la patente y se ha comercializado. Cuando nos apasiona un tema, casi siempre el resultado es exitoso. Los estudios que he realizado sobre estabilidad de anillos circulares dentro de una cavidad y, recientemente, el que hice sobre el análisis de esfuerzos de una fibra embebida en una matriz plástica, han sido muy citados y comentados por mis pares.

 

Mediante estímulos fiscales se lograría estrechar los lazos entre instituciones gubernamentales, privadas y universidades; esto ya se aplica en Corea del Sur con gran éxito.

 

¿Qué debilidades reconoce en el IIUNAM?

Sin duda, la burocracia, que está muy relacionada con la centralización de la Universidad. La toma de decisiones es muy lenta. Por ejemplo, establecer un convenio lleva tanto tiempo que en muchas ocasiones se pierde; lo mismo pasa con las promociones académicas: el trámite es exagerado y por supuesto la manera de evaluar, que le da mucha importancia a las publicaciones sin considerar otros criterios; esto perjudica al personal académico de ingeniería. La Universidad debe apoyar las ideas nuevas, originales, pues son su esencia; debe analizar y dar solución a los problemas que enfrenta la sociedad y tener conciencia de cuáles son prioritarios. Por ejemplo, todo mundo está preocupado por la contaminación ambiental y nadie habla del agotamiento de los recursos naturales. El caso del petróleo no parece preocuparnos y deberíamos estar alarmados. Hace 50 años en la Universidad de Princeton se inició el proyecto Matterhorn, que consistía en generar electricidad directamente de la fusión atómica a través de un plasma. Se esperaba que esto fuera la solución permanente a la creciente demanda de energía; desafortunadamente fue un fracaso, no funcionó, pero nos demuestra que es urgente abordar estos temas.

La participación de los ingenieros es muy importante en estos asuntos, por lo que debemos estimular a los jóvenes para que se interesen en investigación. En esto, la actitud del profesor es fundamental: hay que darles trabajo creativo, que los haga pensar, no que memoricen sino que sepan deducir, generar ideas, evaluarlas, reconocer las que valen la pena y aplicarlas. El IIUNAM es un semillero donde se prepara un buen número de ingenieros. La labor de los investigadores de nuestro instituto es ampliamente reconocida, porque se hace trabajo a fondo bien fundamentado. El IIUNAM está formado por personas idealistas, para quienes realizar bien su trabajo es la mayor satisfacción.

El doctor Chicurel pertenece al Sistema Nacional de Investigadores con nivel 3; obtuvo el primer lugar del premio Condumex 1992, y el premio Banamex, ramo industrial, de 1982, con el trabajo Desarrollo de una bomba hidráulica de concepción novedosa.

Es un hombre de espíritu joven, al que no es raro ver en su patín del diablo trasladándose dentro de la Universidad de un lugar a otro, consciente de que así ahorra tiempo y no gasta energéticos. En su tiempo libre diseña herramientas, entre las que se encuentra un tenedor para mango. Le gusta correr, pero reconoce que para tener buena condición física hay que tener hijos y luego cuidar nietos: “tengo cinco nietos, la mayor tiene siete años, y la más pequeña es un milagro”.