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Rafael Almanza Salgado 
 
Rafael Almanza Salgado 

 

 "Los ingenieros tenemos puestos los pies en el suelo; con esto me refiero a que conocemos los problemas que afectan a la sociedad”.

 

Realicé mi carrera de física y de estudios de posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Mi formación escolar la recibí en escuelas públicas de México; estoy orgulloso de haber obtenido una buena educación –afirma el doctor Almanza, investigador de la Coordinación de Ingeniería Mecánica, Térmica y de Fluidos.

Me considero más ingeniero que físico. Tengo 33 años de hacer investigación aplicada y estoy satisfecho con los resultados. He trabajado en comunidades rurales y he visto cómo se ha beneficiado a la gente de menores recursos.

El IIUNAM me ha dado la oportunidad de realizarme y formarme profesionalmente como ingeniero. Cuando ingresé a esta dependencia, el doctor Reséndiz, que era el director, me presentó la alternativa de hacer investigación sobre energía solar. La planta y los mapas de radiación solar en la república mexicana fueron los primeros trabajos que hice. No había nada sobre este último tema, y hasta la fecha estos mapas siguen consultándose.

El IIUNAM es un centro de investigación que apoya el desarrollo de las ingenierías más importantes. La mayoría de las personas solo identifican la civil. Por eso, dar a conocer otras especialidades dentro de esa disciplina ha llevado tiempo. Sin embargo, hoy día nuestras investigaciones son apreciadas no solo en México, también en el extranjero. En lo personal me han seleccionado en diez ocasiones artículos para números especiales de revistas arbitradas internacionales. En forma normal tengo un buen número de artículos publicados en revistas internacionales, aunque el trabajo de un investigador en ingeniería no solo se refleja por los artículos editados.

El reconocimiento al trabajo del Instituto se debe, en mi opinión, a que los ingenieros tenemos puestos los pies en el suelo; con esto me refiero a que conocemos los problemas que afectan a la sociedad, y que deben ser resueltos por expertos en el tema, porque a un ingeniero convencional le llevaría más tiempo, principalmente porque no ha adquirido los conocimientos para identificar la solución óptima. Una vez que el problema se solucionó, corresponde a los ingenieros de la práctica hacerse cargo de las indicaciones que los especialistas han dado.

El personal académico de esta dependencia trabaja dos tipos de proyectos: los duros y los blandos. Los primeros son aquellos que solicitan dependencias gubernamentales, y los segundos son proyectos CONACyT o UNAM. Desafortunadamente, la universidad también enfrenta problemas administrativos, ya que la burocracia es cada vez más compleja. Además la firma de los convenios duros se vuelve cada vez más complicada, lo que repercute en menor número de investigaciones.

Los contratiempos políticos son, sin duda, los más difíciles de solucionar. En nuestro país cuando cambian las autoridades sexenales, cambian los intereses. No hay continuidad en los proyectos. Por ejemplo, la ingeniería solar es un tema muy importante, es una forma casi regalada de utilizar su energía, pero las grandes trasnacionales obstaculizan que estos estudios lleguen a la población, ya que no se lanzan en forma masiva y el producto sale caro.

Hay otro proyecto solar muy interesante: la pasteurización del agua, que consiste en hacer el agua potable de una manera relativamente sencilla. A través de colectores planos se puede captar energía, calentar el agua, matar a los agentes patógenos y volverla potable. Esto es una necesidad para nuestro país; en áreas rurales sería buenísimo. Calentando el agua a 95 grados son suficientes solo 3 minutos o a 60 grados alrededor de 5 horas para que el agua pueda consumirse sin los agentes patógenos. Ni siquiera esta información se conoce.

Por otro lado, en la UNAM se han frenado las nuevas contrataciones, y esto es muy grave, pues no hay que olvidar que el promedio de edad de los investigadores del IIUNAM está por arriba de los 50 años. En poco tiempo, ¿quiénes van a sustituir a los investigadores? Esto es muy triste. A lo largo de mi carrera profesional he tenido becarios de varias facultades: Ingeniería, Química, Ciencias, que me han ayudado muchísimo; son jóvenes bien preparados. Lo malo es que no hay recursos para que ingresen al terreno de la investigación. Un ejemplo es Gerardo Silva, estudiante que desarrolló su maestría y su tesis doctoral bajo mi dirección, sobre los Efectos de salmuera y temperatura en la permeabilidad de suelos arcillosos. Con esta investigación se hizo acreedor al premio Manuel González Flores 2003-2004, en el área de investigación. Ojalá haya oportunidad de que se quede en el IIUNAM, para que abra una nueva línea de investigación.

Al IIUNAM le tengo un cariño muy especial, es una dependencia en la que las autoridades están abiertas a los intereses de los investigadores. El personal es gente entregada a su trabajo, que ama profundamente lo que hace; incluso la mayoría de los investigadores no salimos de año sabático porque estamos entregados a nuestros proyectos. Somos ingenieros que metemos las manos, vamos al campo, no nos quedamos atrás de una computadora. La evaluación del trabajo académico de esta dependencia debería ser por pares de los ingenieros; no es posible que se basen solo en el número de artículos, porque caen en una evaluación cuantitativa en lugar de cualitativa.

Por otro lado, un aspecto negativo del Instituto es el problema de la comunicación: falta establecer una relación más estrecha entre las autoridades administrativas y el personal académico. Sería muy conveniente que cuando estas decidan hacer cambios, se informe al personal, porque nos enteramos de que los procedimientos y las personas han cambiado en el momento en que tiene uno que realizar un trámite. Recurrimos a las instancias que estábamos acostumbrados y resulta que eso ya no funciona. Falta comunicación. De modo que, no solo hablo de las cosas buenas, también de las cosas malas.

Yo considero al IIUNAM como mi segundo hogar. Mi vida está dividida entre mi familia y el Instituto; a veces uno tiene prioridad y a veces el otro, dependiendo de la situación. Tengo una hija y un hijo. Mi hija es ingeniera química, egresada de la UNAM. Fue a un intercambio a la Universidad de Arizona, hizo el doctorado y se casó con un estadounidense. Mi hijo es actuario, egresado del ITAM; actualmente está haciendo la maestría, es soltero, pero tal vez se case el año entrante. Tengo un nieto que me hace muy feliz.

Soy aficionado a todo tipo de música, igual me gusta la clásica que la folclórica; también disfruto el cine de arte y el comercial. Antes que se me diagnosticara diabetes comía de todo, en especial comida mexicana, pero ahora estoy restringido a una dieta.