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Edgar Mendoza Baldwin 
 
Edgar Mendoza Baldwin 
 

Una de las decisiones más acertadas de mi vida fue la elección de mi carrera. En un principio quería estudiar arquitectura, pero días antes de aplicar tuve la oportunidad de platicar con un amigo que me explicó en que consiste el trabajo de un ingeniero civil así como la gran diversidad de temas y de oportunidades que ofrece esta disciplina.

Una vez cursando la carrera de ingeniería civil me fui interesando por temas relacionados con el agua y me enamoré de la hidráulica. Casi al terminar la carrera vine al Instituto de Ingeniería pues sabía que tenían proyectos muy interesantes y por casualidad me presentaron a Rodolfo Silva. Fue entonces que se juntó mi gusto por la hidráulica con el descubrimiento de un área que demandaba todas mis capacidades y lo sigue haciendo: la ingeniería marítima. Rodolfo fue mi director de tesis de la licenciatura, maestría y doctorado.

En un principio fui becario del IIUNAM y, cuando estaba por iniciar el doctorado, la persona que era técnico de Rodolfo terminó su PhD y decidió regresar a su país natal que es Costa Rica. Ahí se abrió la oportunidad para que yo formara parte de la planta académica de esta dependencia.

A lo largo de estos años hemos participado en proyectos de investigación tanto básica como aplicada e incluso hemos colaborado en servicios para diferentes secretarías del estado, principalmente SEMARNAT y la Secretaría de Turismo. Hemos trabajado en la planeación de usos y recursos costeros, delimitación de zona federal marítimo-terrestre, manejo de zonas protegidas y en el diseño de obras de protección de la costa tanto en áreas asignadas a turismo, como de protección y conservación natural. A solicitud de algunos hoteles hemos realizado estudios para detener la erosión de costas y lograr la recuperación de playas. También estamos trabajando en el diseño de dispositivos para aprovechar la energía del océano.

En investigación básica hemos desarrollado modelos numéricos, metodologías experimentales y estudios muy puntuales sobre el rol de la vegetación en dunas costeras o el efecto del pasto marino en la estabilidad de playas. En realidad estudiamos todo lo que tiene que ver con procesos costeros con el fin de mejorar las actividades que se realizan en la costa y preservar el medio ambiente.

En México hay muy pocos ingenieros costeros. La mayoría de las personas que realizan estudios en esta área son oceanólogos o biólogos; eso nos ha llevado a interactuar con personal académico de muy diversas disciplinas e instituciones, principalmente universidades nacionales e internacionales. Hemos tenido la fortuna de colaborar con gente de todo el país que no hacen exactamente lo mismo que nosotros, pero que su trabajo es complementario y necesario.

Afortunadamente, el Instituto de Ingeniería está muy bien equipado ya que cuenta con dos canales de oleaje que nos permiten hacer un sinnúmero de pruebas de laboratorio. Uno de ellos mide 37 metros de largo y el otro tiene 22 metros. Estas herramientas son indispensables para poder llevar a cabo los proyectos de investigación. En México hay otro canal de oleaje en el IPN en Zacatenco y otro más en Manzanillo, que depende de la Universidad de Colima, que apoya principalmente al sector educativo. En el sector público hay uno que opera el Instituto Mexicano de Transporte y está en Querétaro.

El interés que siempre he tenido por conocer cómo funcionan las cosas es algo que me ha heredado mi papá, estoy seguro de que él hubiera sido un excelente ingeniero mecánico, tiene habilidad manual y es muy dado a mejorar el funcionamiento de las cosas de una forma sencilla. Así es como ocupa su tiempo libre.

Cuando yo era niño mi padre me decía “cuando te vayas a dormir, busca tú mismo la respuesta a todas esas preguntas que te surgieron durante el día”. Este consejo lo he aplicado a lo largo de mi vida y considero que es una de mis mejores herencias.

En mi familia soy el primero que hace un posgrado y que se dedica a la investigación y esto también es en parte porque mi mamá siempre nos ha empujado a hacer lo que nos gusta. Recuerdo que desde que estaba en tercero de secundaria yo pensaba en hacer un doctorado así es que de algún modo es una meta que yo ya tenía en mente, y mi familia me apoyó todo el tiempo.

Mi mamá trabajó muchos años en un despacho de contaduría y mi papá siempre trabajó para un laboratorio en la industria farmacéutica. Creo que la mayor cualidad de mi mamá es la capacidad de resistirlos tiempos difíciles nunca se queja y siempre lucha por salir adelante. Esto lo comprobé cuando mi padre sufrió el síndrome de Guillain Barrè que es un trastorno neurológico en el que el sistema inmunitario del cuerpo ataca a la mielina. Cuando esto sucede, los nervios no pueden enviar las señales de forma eficaz por tanto las personas no son capaces de sentir calor, dolor y otras sensaciones, además de paralizar progresivamente varios músculos del cuerpo. Afortunadamente, este  mal es reversible así que yo viví cómo mi madre sacó adelante a mi papá. Uno de los recuerdos amorosos que tengo de ella es que diario tomaba los dedos de mi padre uno por uno y se los movía por horas hasta que se fue recuperando y regresó a su empleo, donde también lo apoyaron durante su enfermedad.

La paciencia, la nobleza es algo que valoro mucho, esas son algunas de las cualidades por las que me enamoré de mi esposa con quien tengo trece años de casado. Ella es terapeuta del lenguaje, lleva 16 años trabajando con niños con problemas del lenguaje, sordera y aprendizaje. Trabajó mucho tiempo en una clínica de rehabilitación, pero ahora lo hace por su cuenta en su consultorio. Admiro la entrega que tiene a su trabajo. Nos conocimos desde los 17 años en el grupo cristiano al que asistíamos.

Con mi hermano, que es dos años mayor y estudió arquitectura, comparto el gusto por la música. Cuando éramos chicos mi papá nos enseñó a tocar la guitarra. Formamos parte de varios grupos de estudiantinas y rondallas, e incluso llegamos a tocar en fiestas como bodas y quince años. Mi hermano se dedicó a la guitarra y al teclado, y yo quedé siempre como bajista. Ahora ya no tengo tiempo para la música porque, aunque no hemos tenido hijos, tengo 40 becarios que demandan mucha atención. Además tengo dos sobrinos.

A mi esposa y a mí nos gusta armar rompecabezas, es así que cualquier persona que va a la casa siempre encontrará un rompecabezas en la mesa. A eso le dedicamos un buen rato, también nos gusta caminar, y comer donde hay buenas carnes y pastas.

Para finalizar les aconsejo a los alumnos que no dejen de lado los estudios de posgrado, la demanda ha crecido muchísimo pero el país necesita profesionales bien entrenados y capacitados. Yo sugiero a todos que estudien una maestría; pienso que el doctorado no es para todos sino para aquellos que tienen una cierta vocación y deseo por trabajar en la academia e investigación. A la Universidad y al Instituto de Ingeniería siempre les estaré agradecido por todas las oportunidades que me han brindado entre las que puedo contar mi desarrollo profesional y el haber encontrado grandes amigos.