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Carlos Javier Mendoza Escobedo 
 
Carlos Javier Mendoza 

Estudié ingeniería no por tradición familiar, más bien porque me gustaban las matemáticas y tenía facilidad para ellas.

En mi familia soy el primer ingeniero y el único dedicado al área civil. Cuando estaba terminando la carrera en la Universidad Autónoma de Yucatán hicimos un viaje a la Ciudad de México con el fin de conocer algunas dependencias donde se desarrollaba la ingeniería. Se le llamaba viaje de prácticas, pero en realidad era más bien de turismo.

Ese viaje para mí fue muy importante, pues de ahí me surgió el interés por hacer un posgrado. El viaje consistía en visitar varias instituciones, entre ellas la UNAM, y por supuesto el Instituto de Ingeniería.

Al año siguiente vine a hacer el posgrado en estructuras, ingresé como becario del II UNAM y colaboré con el ingeniero Mena Ferrer, cuya especialidad era tecnología del concreto. Al terminar la maestría ingresé al Instituto Mexicano del Cemento y el Concreto (IMCyC) para trabajar justo en la tecnología del concreto y los aspectos de su fabricación. También ese año me casé con María del Carmen y vinimos a radicar a la Ciudad de México.

Estuve seis años en el IMCyC, después me incorporé al grupo de mezcladores y fui, por un año, director de la Asociación Mexicana de Fabricantes del Concreto Premezclado. En ese tiempo estuve buscando la oportunidad de ingresar nuevamente al II UNAM y, como no había personal que atendiera esta línea de investigación, al poco tiempo tuve la oportunidad de incorporarme a la institución.

Esta rama de la ingeniería es muy interesante, pues para las nuevas obras o nuevos desarrollos se requiriere conocer las características de los nuevos materiales y sus aplicaciones. El concreto tiene distintos materiales que es necesario conocer para poder aprovecharlo mejor. Esto requiere experimentación, desarrollo, nuevos componentes que imprimen propiedades a los materiales y características muy específicas para cada obra. Las nuevas propiedades permiten al concreto ser más resistente, más durable y tener mayores aplicaciones.

El II UNAM ha participando en casi todas las obras de infraestructura nacional. Actualmente, estamos colaborando en la reparación de los interceptores y el drenaje profundo de la Ciudad de México, en la construcción de los segundos pisos del Estado de México y en la construcción del emisor oriente del drenaje profundo. El Instituto de Ingeniería fue parte importante en la construcción de varios puentes, entre otros el Puente Baluarte del estado de Sinaloa y Durango. La tecnología del concreto tiene parte importante en todas estas obras.

El Instituto colabora activamente, además, en la formación de recursos humanos preparando estudiantes para que ingresen a la vida profesional. Desde mi punto de vista, los estudiantes deberían tener alguna permanencia en las obras que se están realizando, de manera que adquirieran experiencia profesional, lo que les permitiría tener mayor seguridad en su futura toma de decisiones.

Para reforzar la preparación de nuestros becarios es necesario contar con los mejores equipos, y por eso está en proceso el diseño del proyecto ejecutivo de los nuevos laboratorios de estructuras y materiales. Este proyecto se piensa que empezará en 2009.

También ayudaría mucho que en la carrera de ingeniería civil se incluyera como materia obligatoria la tecnología del concreto, dentro del plan de estudios. Esto daría oportunidad a más alumnos de interesarse en este tema y, por tanto, el desarrollo de esta línea de investigación seria más amplio.

Un buen ingeniero debe tener una formación sólida en la rama que cultive y facilidad de transferir los conocimientos básicos y especializados en los proyectos y obras en que participe. Finalmente, debe tener también la capacidad para darle seguimiento a los proyectos, a fin de que éstos tengan una vida útil más larga.

Si hubiera una planeación a largo plazo que se respetara, es decir que no cambiara cuando cambian los responsables de los proyectos, se podría prever a futuro y plantear una mejor estrategia para la solución de los problemas. Desafortunadamente, en la práctica no hay una política continuada, en realidad se van dando soluciones inmediatas a los problemas presentados, sin ver a largo plazo las consecuencias de soluciones precipitadas.

¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de nuestra dependencia?

La principal fortaleza del II UNAM es la experiencia acumulada a través de más de medio siglo de desarrollar ingeniería aplicada. Otra de sus fortalezas importantes es la formación de nuevo personal. Por el II pasan un buen número de estudiantes y gracias a la formación adquirida se han podido colocar en empresas e instituciones gubernamentales ocupando buenos puestos, lo que también nos da prestigio. Es muy penoso que estudiantes que han pasado por el Instituto y que tienen el perfil para desarrollar una carrera académica no encuentren facilidad para incorporarse a nuestra institución. Afortunadamente, yo lo logré y el ser miembro de la comunidad universitaria es algo que no tiene precio. Me siento muy afortunado de pertenecer a este grupo de trabajo desde hace más de 36 años.

Tengo tres hijos. El mayor es ingeniero industrial, mi hija es doctora en bioquímica, investigadora del Posgrado de la Facultad de Química en la UNAM y el menor es arquitecto.

A mi esposa y a mí nos gusta mucho ir a los conciertos, en especial los de la Sinfónica de la UNAM, e ir al cine. Soy muy aficionado a ver los deportes, no asisto a los estadios, pero sí les sigo la pista en la televisión. Hubo una época de mi vida en la que me aficioné a jugar tenis, hace como 20 años, pero lo dejé y ya no lo practico. Nos gusta bailar en fiestas o eventos sociales pero no es algo que hagamos en especial.

Tenemos una familia muy unida, poco numerosa pero muy unida. Todos mis hijos están casados. La esposa de mi hijo mayor también es ingeniera industrial; ellos tienen dos hijos, un varón y una niña, de nueve y seis años, respectivamente. Mi hija está casada con un arquitecto y tienen una hija de tres años. Mi hijo más joven también está casado y tiene dos hijas de siete y cuatro años.

El maestro Carlos Javier Mendoza ha recibido reconocimientos del Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, de la Universidad Autónoma de Yucatán y del Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción. Ganó el Premio José A Urquijo que otorga el Colegio de Ingenieros Civiles de México. Recientemente ingresó como Miembro Honorario, que es la más alta distinción que otorga la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural.