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Alexandra Ossa López 
 
 

En realidad, estoy satisfecha con mi vida, con todo lo que he hecho. Mi mejor experiencia ha sido tener a mi hija, los hijos cambian la vida y, aunque siempre tuve claro que quería ser madre, nunca me imaginé que la experiencia pudiera ser tan gratificante. Puedes estar muy cansada, pero siempre hay fuerza, voluntad y ánimo de hacer las cosas por los hijos y con los hijos; esto es algo que te hace sentir muy bien.

Mi mamá quisiera que regresara a Colombia, pero yo no lo veo factible. Al terminar la maestría me tracé un plan de vida: decidí quedarme en México, y así lo hice. Y es que además de que me encanta mi trabajo, tengo un esposo y una hija mexicanos.

Recuerdo que cuando llegué a México los primeros seis meses me sentí como turista: no extrañaba nada, todo era novedad, pero pasado este tiempo empecé a extrañar mis cosas, a mi familia, mi entorno; esto es lo más difícil. Finalmente me quedé aquí, y a pesar de que la condición de extranjera sigue primando, porque es algo que siempre va a estar conmigo, ahora veo las cosas de manera diferente, porque con los años vas sentando raíces, donde estás vas teniendo amigos, vas haciendo historia, te vas sintiendo parte del entorno. En mi caso necesito sentir que soy parte del lugar donde estoy viviendo, y esto me hace pensar que no solo voy de paso, es una manera de ir sentando raíces. Ahora en México tengo amigos, tengo historia, y ese vacío que antes sentía se va llenando poco a poco.

Todo el tiempo libre que me queda se lo dedico a mi hija; por eso no tengo pasatiempos, más bien conservo el gusto por la lectura, en especial de novelas históricas. Siempre tengo un libro en mi mesa de noche. En el futuro me gustaría retomar el ejercicio, regresar a los aeróbicos.

He tenido mucha suerte, porque he podido cumplir con el plan de vida que me tracé tanto en el aspecto profesional como en mi vida personal, de forma satisfactoria y en paralelo. Afortunadamente, mi esposo es muy analítico, es muy tranquilo, y eso es muy bueno para mí porque a veces soy un poquito impulsiva. A él lo conocí en la maestría, y actualmente es consultor en geotecnia. Después de dos años de novios nos casamos en México por el civil y un año después viajamos, junto con la familia mexicana, a Colombia para celebrar la boda religiosa.

En general yo me he adaptado muy bien a México. Incluso con la comida, tal vez porque desde Colombia me gustaba el picante, y es que en realidad la base de los alimentos es la misma, solo que aquí va muy acompañado de salsas, y no necesariamente picosas. Después de vivir en México por 12 años he aprendido a cocinar, y por supuesto que combino ingredientes colombianos con mexicanos. Lo que me ha llamado mucho la atención desde que llegué a México es que aquí, a diferencia de Colombia, se socializa con la comida, y por lo mismo hay muchos restaurantes y muchos lugares donde comer. Me refiero a lugares que son desde formales hasta informales; de hecho aquí se trabaja desayunando, se trabaja comiendo, se trabaja cenando; no se concibe una reunión familiar o de amigos sin comida. Como imaginarás, no fue difícil para mí adoptar esta costumbre.

Por supuesto que estando lejos siempre extrañas a tu familia, por eso me mantengo en contacto con ellos constantemente y procuro ir a Colombia por lo menos una vez al año.

Estoy muy contenta de que logré quedarme a trabajar en investigación y en la UNAM; eso me llena mucho, es muy satisfactorio. Formar estudiantes y participar en proyectos para la infraestructura del país es muy gratificante porque estás aportando para lograr cosas buenas. Por ejemplo, en el tema del transporte es importante lograr reducir el tiempo que utilizan las personas para dirigirse a su trabajo, lo que repercute en una mejor calidad de vida. En lo personal me sentiría muy satisfecha si lográramos una etapa intermedia, es decir, que las personas que tardan mucho en desplazarse de su casa a sus trabajos pudieran disminuir esos tiempos, porque estoy segura de que esto se reflejaría en un beneficio social importante.